Hans
C. ten Berge (Países Bajos, 1938)
Traducción
de Diego J. Puls
Elegías Texanas (1983)
I
Escenario vacío
bajo un cielo gris,
Tiempo de repulsa
y de abrazos,
Gemidos sofocados
en el interior.
Todas las palabras se han usado ya.
Empieza, escribe,
por ejemplo
Que vivimos –dijeron-
Que vivimos en un
sistema así
Y que a cada rato
se tambalea
Por lo que se ha
de cuidar
Lo destinado a protegernos.
Y así empezó todo,
Aunque fuera sin
gloto-
Logía ni
locuacidad, pues tras tan prolongadas
Molestias de la
glosopeda
El mutismo ya llega
hasta la boca
Y la gramática
es excretada para siempre por las entrañas.
Y así estará
escrito,
De hacer falta
Sin fundamento ni
perspectiva,
Desprovisto de muda
Que quedó
atrás como un zapato miliciano
En un campo minado
de sobresaltos.
En adelante la violencia
será una prerrogativa
Del Estado –dijeron-
Resistirse es inútil,
más vale tomar
Conciencia, así
que tú verás
Lo que crees que
has de pensar
y no piensas.
Cada palabra
sopesada y escupida,
obligada
Por las circunstancias,
sólo lo mejor
para ti, así
que no seamos
Quisquillosos, con
zalamerías aquí y allá
Uno se las ingenia.
Resígnate
O te resignarán
(dijeron).
Todas las palabras
se han usado ya —
Rómpelas
Y utiliza la gravilla
de viejas metáforas,
Imágenes
de la Edad de piedra
que sobrevivieron
al deterioro y a las falsas promesas,
Frases que conservaron
su elasticidad
Palabras callejeras
Que durmieron exangües
en las alcantarillas.
No dejes que ninguna
hoja en blanco
Quede ignorada
Como un alhelí
ebrio
Que quedo plisado
bajo las guirnaldas,
Se incorporó
murmurando, se hizo un ovillo
Y engurruñado
se olvidó de sí.
¿Dónde
ocurrió y quién
Estaba colgado de
la pared como quien
Servía de
modelo pero entonces se marchó
Y luego regresó
y volvió a marcharse
Como una figura
que perdida
No sabía
qué hacía allí su cuerpo
A esa hora?
¿Fue
En una de esas fiestas
distendidas al aire libre
con whiskey y mujeres
amargas
Y cerveza de barril:
no estabas
tú allí
Ligeramente inclinada
entre pinzas de la ropa y farolillos
En una de esas ciudades
sin determinar?
Poema para X.V. *
Yo también hablo de la muerte
como si cada noche
un ángel
me tomara el pulso
e hiciera un solitario,
como si el beso matinal
del ser amado
no desembocara en
vida
sino anunciara a
mis labios
la muerte como de
pasada,
como si la vida acaso
no causara
sensación,
no se retomara, confortada
por aromas, sonidos,
imágenes
que me hacen señas
al caminar
a la vera de setos
recortados en una calle desierta -
como si no hubiera
mirlos
que los gatos consternados
espantaran con agudos
maullidos de la zona ajardinada.
Yo también hablo de la muerte
como si alguien me
obligara a ver
la nada sin imágenes,
la negrura de mi desaparición
en tamaño
natural,
como si no tuviera
que decidirme a vivir —
contra toda convicción
sembrar por fin
esa hierba, esa
flor, ese último lecho de
rábanos y
podar el árbol que despliega sus hojas
conforme a un plan
establecido;
como si algún
día fuese a llegar una guadaña
que no segara a
ningún mortal.
Yo también hablo de la muerte
como si mis sentidos
salieran ganando
al retirarse el
espíritu vital
como si la muerte
fuera un compañero de por vida
al que sólo
perdemos
cuando al perecer
nos parecemos.
(De Cantos de angustia y desesperación, 1988)
* Xavier Villaurrutia,
+1950
Fernando Pessoa lee las reliquias desperdigadas de San Juan de la Cruz
¿En qué pensar, a mediados de diciembre, bajo la lluvia?
‘...he leído
casi dos páginas
Del libro de un
poeta místico,
Y me he reído
como quien mucho ha llorado’
Ese aroma español
inmisericorde, el dulce
Olor a almizcle
en un trastero al que llamaban celda.
Ahí yacía,
alumbrado, entregado a la lascivia del morir,
En olor de santidad,
devorado por las llagas,
Ahuyentado del seno
materno por sus maestros menores.
“Más vale
estar rodeado de piedras que de hombres” –
Yo mismo, escondido
tras mis múltiples nombres, querría haberlo escrito.
Despojado de todo
lo que le quedaba: dedos, úlceras,
harapos ensangrentados
pegados a un cuerpo escuálido,
El alma apenas emergida
a chaparrones de la noche sombría,
De un bocado, ávidamente,
un admirador se alzó con un dedo,
Quizá con
medio pie.
Esta es la respuesta
de un lusitano:
Escribió
poquísimo y demasiado,
se explayó
sobre un puñado de versos y símbolos
Para explicar la
escalada a ralas cumbres amorosas.
¡Se hubiese
convertido en piedra, piedra eterna!
El enigma de la
piedra estaría descrito desde dentro.
(De Ritos de
transición, 1992)
Hans C. ten Berge
nació en los Países Bajos en 1938. Ha publicado poemas,
ficciones, ensayos y traducciones. Fuera de las versiones al holandés
de los cantos de Ezra Pound y de poetas contemporáneos, entre ellos
Kenneth White, Christopher Middleton, Xavier Villaurutia, entre otros,
incluye textos bastante apartados de la tradición occidental, desde
el Noh japonés hasta himnos sagrados de los aztecas. Sus traducciones
en el campo etnológico culminaron en una colección de tres
tomos de los mitos y fábulas de los indígenas de Norte América,
los esquimales y las poblaciones siberianas (1974-1979). Entre sus obras
más importantes en prosa, están, el libro de viajes Los osos
de Churchill (1978); las novelas cortas Vidrio helado (1982) y Autorretrato
con un gorro de lana blanca (1985) y la novela El secreto de una actitud
alegre (1986). Entre sus publicaciones recientes, se encuentran: Materia
prima (Poemas, 1963-1993); El viajero que ama su hogar (1995); y, Mujeres,
celos y otras incomodidades (1996).