Darío Ruiz Gómez (Colombia, 1935)
Inéditos
Poema
Quien araña
la pared no sabe que
a este lado de ella
no hay nada: ni
el vacío,
ya que éste supondría la
desocupación
de algo: los gastados
procesos de una
intimidad: una llave, un
trozo de servilleta,
un clavo. O sea, rastros
de sentimientos,
ácidos desperdicios de
cuerpos que se odiaron
huyendo de la
mirada que hubiera
podido salvarlos
del horror final.
Y quien toca aún la
puerta ignora que
ya no hay casa detrás
de ella: un árido
campo de extramuro a
quien redimen la
ortiga y la campánula
¿Quién
puede arañar la pared?
¿Quién
puede tocar a la puerta?
Que los pasos
Que los pasos que
han buscado la puerta
verdadera se detengan
por fin. Y al entornar
el ala de la puerta
sólo la claridad
premie los años
de tortuosa búsqueda,
la falta de palabras,
el monólogo convertido
en lágrimas
cada amanecer. ¡Sólo tú bastas
claridad redentora
para que el huerto frío
de mi pecho vuelva
a conocer la bondad
de la floración,
el silencioso brotar de
los pecíolos,
imágenes perdidas que el sol
de otro estío
recupera a los ojos asombrados!
A veces vuelves
A veces vuelves,
en los entreactos de
una frase, en la
vacilación de un verbo
que desconfía
de toda calificación, vuelves
con un ritmo oscuro
y tenue del agua
de un pozo ciego.
Y es como si una puerta
se abriera hacia
un afuera que carece
de entorno, que
no tiene perfiles de
montaña,
atardeceres: blanco sobre blanco
que se agita como
una piel sobre sí
misma, golpeada
por la fuerza impredecible
de un recuerdo:
la sin nombre, la sin rostro,
la sin habitación:
Y cuyo cuerpo es
un estremecimiento
ante el misterio,
peso del aire,
sabor eterno de
la espuma,
morbidez de la luz,
contundencia de
un ala sobre la
quieta superficie
de la sombra.
Imagen
Dónde estás
viva certeza de lo que he sido
hasta hoy? Pequeños
montículos de ruinas
ganados por el verdín
y la indiferencia
de los días.
Ni siquiera
una dirección
equivocada
donde la carta daría
vueltas
por la ciudad indagando
sobre vivos y muertos.
Llegando,
finalmente, rota,
manoseada, a un
destinatario analfabeto.
Ni
“el que soy” me
intriga como antes
pues la evidencia
del día me basta.
Cortejo de pétalos,
purísimos rostros
de muchachas
viento de sombras
congeladas
Siquiera sí
ese trazo
tenue que la mano
del niño
dibujó sobre
la hoja gastada.
Darío Ruiz
Gómez nació en Medellín en 1935. Es poeta, cuentista,
novelista, ensayista, profesor universitario y crítico de arte.
Algunas de sus libros de poesía publicados: A la sombra del ángel;
Señales en el techo de la casa; y, Geografía. Entre sus libros
de cuento, se encuentran: Para que no se olvide su nombre; Para decirle
adiós a mamá; y, La ternura que tengo para vos. Publicó
también, la novela Hojas en el patio y el libro de ensayos De la
razón a la soledad.