César López (Cuba, 1933)
Epitafio para don
Antonio Machado
He recibido una carta
de Colliure, breve
y casi desmemoriada.
“El rostro del hermano se ilumina
suavemente”. ¿Qué
significa,
cuál destino
supone la tierra vigilante, la dura
y alejada sepultura?
No le importa una
flor, cuando pasaron
alegremente, sin
conocer siquiera los verbos regulares,
todos los puñeteros
muchachitos de quinto año, ni la
taza de café
derramada, en la solaa, las tremendas vocales
que se olvidaron
rápidas, o un muñeco de nieve:
“Tournez, torunez, chevaux de
bois”.
Al cruzar bajo el
arco de un estrecho callejón en la judería,
(Yo no pude llegar
hasta Numancia, Soria
había sido
inundada por cientos de fascistas)
guardaba todas las
cosas inéditas, los poemas, las pregunas
a aquella buena
vieja, las hojas amarillas
y la leve corriente
y música de vísperas en el monasterio...
a pesar de los yunques
sonad y enmudeced
campanas, y a pesar
de ir contando las
escasas monedas
para dormir en un
albergue pobre bajo el acueducto, todavía
busco el texto más
adecuado a tu epitafio.
No puedo hablar
de él como no era
No puedo hablar de
él como no era:
No fue poeta.
Los versos que escribiera
balbuceaban la voz,
iban saliendo,
pero por muchas
cosas se quedaron
a mitad de camino.
No fue pintor.
He visto emocionado
los dibujos
y sin embargo, la
mente, el corazón, la mano,
quedaron en el aire
como un trazo empezado.
No fue músico.
Porque aquellas
sonatas
eran signos borrosos,
no cuajados,
que sólo
algunos pocos escucharon.
No fue padre.
Se guardó
su simiente en la pureza
de los hijos futuros.
.........................................................
Fue un niño
a quien recuerdo
diciendo afirmativamente
y siempre:
Quiero.
¡El ser que
mutilasteis,
asesinos,
era, en resumen,
todo lo posible!
César López
nació en Santiago de Cuba, en 1933. Publicó los libros
de poemas Primer libro de la ciudad (1967), La busca de su signo (1971),
Segundo libro de la ciudad (1971), Quiebra de la perfección (1983),
Ceremonias y ceremoniales (1988), Consideraciones, algunas elegías
(1990), Seis canciones ligeramente ingenuas (1992), y Tercer libro de la
ciudad (1996). Ha merecido premios en Cuba y España, y en 1994 le
fue otorgado el título de Caballero de la Orden de las Artes y las
Letras, en Francia. Los poemas aquí incluídos fueron tomados
de la selección de poetas cubanos recopilada por Aitana Alberti,
para la Revista Litoral, de España, en su número 215-216.